Description

La obra representa una vista aérea de un suelo arenoso e irregular en el que se encuentran un conjunto de diez canicas dispuestas sobre el terreno de forma aleatoria. Las canicas son en su mayoría de cristal por lo que la luz del sol pasa a través de ellas reflejándose sobre el suelo. Es una metonimia de los juegos infantiles desarrollados durante los recreos escolares, del que deriva su título.

En palabras del autor: En ella se recogen los recuerdos de la infancia de aquellas generaciones en las que en el patio de recreo o en la calle era habitual jugar a los bolindros o canicas. La característica principal del cuadro es la búsqueda de la luz. Esta luz se manifiesta a través de los reflejos que emanan de la proyección de las canicas de cristal sobre el suelo empedrado, así como de la transparencia de la propia canica de vidrio coloreado que al ser atravesada por los rayos del sol se ilumina cual lámpara incandescente.

Se trata de una donación de Manuel Cordero, a petición del Museo Pedagógico, que solicitó a distintos artistas onubenses la realización de obras relacionadas con la temática educativa y la Historia del Magisterio